miércoles, 21 de octubre de 2009

Cuando estamos en actividad y en relación con otras personas, a lo largo de la vida, algunas cosas han salido como esperábamos, pero también como no las habíamos previsto. De todas maneras muchas de las situaciones negativas fueron resueltas con el tiempo. Pero puede suceder que algunas situaciones no se hayan resuelto aun. Puede suceder que nos hayamos enemistado con algunas personas por situaciones difíciles que nos han tocado vivir.
También podemos estar viviendo ahora alguna de estas situaciones de tensión y conflicto en relación con otras personas. Si esta tensión aumenta superando ciertos limites de tolerancia (y nuestra paciencia no es tanta) estas personas pasan a ser elementos que nos perjudican (sin pretender enjuiciar a nadie) convirtiéndose en nuestros enemigos.

El enemigo es, entonces, esa persona (o esas…) que tanto me ha perjudicado (o aun me perjudica). Pero también siento como enemigo no solo a las personas, sino también a las situaciones que me detienen (o que creo me pueden perjudicar).
Podría sucederme que sienta como enemigo a un grupo de personas, o a una institución, o a los que tienen autoridad o poder, o a la sociedad en si misma. En definitiva a todo aquello que perjudique mis intereses.
También puedo creer que el enemigo lo tengo adentro (!) que yo soy mi propio enemigo.


Entonces el tema del enemigo, no solo se refiere a lo que me han hecho los demás, sino que parece tener relación con aquello que me detiene, que me frena, que me impide hacer lo que quiero.
No vamos a detenernos ahora en ver que quiero y que no quiero que perjudiquen.
El interés de este trabajo es observar a nuestro enemigo, ver como se comporta y como me comporto frente a él.